lunes, 15 de abril de 2019

Reseña la Ilíada de Homero.

*NOTA: Todos los Análisis Literarios que reseñare en el blog no están exentos de  spoilers de forma inevitable. Con el fin de entender en profundidad y reflexionar sobre la obra es necesario destripar acciones, personajes y tramas con el fin de llegar a tender la obra de una forma muchos más detenida.* 


La Ilíada, junto con la Odisea, fueron dos obras de carácter épico escritas en verso por el conocido poeta griego Homero. A quien, a día de hoy, está considerado como una figura legendaria dentro de la literatura universal, a pesar del desconocimiento que envuelve su figura con respecto a su patria y su época.

Con el tiempo, muchos expertos han llegado a dudar incluso de su existencia y de la autoría de sus obras por diversos motivos: por ejemplo, la «Cuestión Homérica» defendida por el filólogo alemán Wolf [1]. A pesar de todo esto, en la actualidad, se acepta el hecho de que, al menos, tuvo que existir “un” Homero. Este poeta, por medio del antiguo material de la tradición oral, que ya previamente habían existido de forma anónima por poetas posteriores (los homéridos), pudo confeccionar y dar forma a una nueva obra, que, en este caso, fue la Ilíada.

Por tanto, ¿qué es la Ilíada? Es un conjunto de poemas épicos, los cuales eran la culminación de un largo proceso de evolución con respecto a la poesía oral a través de los siglos. Donde se encuentran muy presentes tanto el mito, que era la forma de explicar el lugar del hombre en el universo, y su relación con él (de ahí proviene toda la trascendencia religiosa que les caracterizaba), como las leyendas: narraciones trasmitidas de generación en generación de forma oral y posteriormente escritas. Donde nace el subgénero de la epopeya, donde podemos catalogar la Ilíada, ya que es una narración escrita en verso o prosa que narra acciones trascendentales para la memoria colectiva de un pueblo, donde tienen como protagonista a un héroe, donde las acciones más comunes son la guerra y los viajes.

Con respecto a esta tradición oral, no debemos olvidar la importancia de los aedos[2] (trovadores de la antigüedad) para la difusión y la conservación a día de hoy de todos estos poemas y cantos de la tradición clásica. Inclusive, de su trasmisión como memoria cultural a un público, que de otra forma no se podría conocer. Por otro lado, es necesario diferenciar a estos aedos, de la figura del poeta. El cual tenía en la época una gran relevancia y estatus debido a sus conocimientos, además de que popularmente, se les conocían o llamaban hijos de las musas.

La obra de la Ilíada narra las hazañas de Aquiles durante la guerra de Troya. Hecho verídico, fácilmente localizable, que pudo ocurrir hacia el año 1250 a. c. En esta obra podemos ver con amplia claridad cómo se mezcla lo real con lo mítico e incluso lo religioso. En esta obra poética tiene como protagonistas, tanto en papeles secundarios como principales, a un héroe. La figura del héroe es característica y principal en el género épico, ya que es quien sufre todas las tragedias y/o sale victorioso (o no) de las pruebas a las que normalmente están sometidos. Dichos héroes están estrechamente entrelazados con los valores de gloria y honor, propios del tema de la guerra. Junto con la fama, esta gloria y honor son la meta ultima del héroe griego, que en innumerables ocasiones les lleva de una u otra forma a la muerte.

Podríamos decir que, en la Ilíada, la guerra de Troya no es mas que el marco donde se desarrollará principalmente la historia donde Homero contará el enfrentamiento entre Agamenón, el rey de los aqueos y Aquiles, «el de los pies ligeros». Dividiendo la obra en tres grande partes o acontecimientos: «La cólera de Aquiles», «Los designios de Zeus» y «La venganza de Aquiles»[3].

En esta primera parte Homero nos narra cómo se sucede el conflicto de Agamenón y Aquiles por medio de Briseida (la esclava y futura esposa de Aquiles). Se puede apreciar a lo largo de estos cantos los rituales de la guerra, como los sacrificios a los dioses o los códigos de honor entre los hombres, el reparto del botín y la importancia de la palabra o la deshonra. El papel de la mujer se verá que es nulo, e inclusive, anecdótico ya que ni el amor ni el sexo son temas a tratar en estas baladas de guerra.

Por otro lado, y en gran contraste con la película del 2004, Troya (dir. W. Petersen), las apariciones de las divinidades están presentes desde el inicio de la narración. Como parte de la vida de los mortales, tanto de una forma activa como pasiva, llegando incluso a afectar al propio destino de los hombres y sus acciones. Ya que estas divinidades, son tachadas de “caprichosas” y su comportamiento se semeja en gran medida al del hombre. Haciéndolas así más accesible y fáciles de comprender. Estas divinidades aparecen también como personajes dentro del poema, y son, al fin de al cabo, las responsables del desenlace de la obra épica, sin olvidarnos del destino. Ya que, como se ha visto a lo largo de la obra, ni estas deidades pueden obviar la importancia y el peso del destino irremediable que les deparará a los héroes dentro de la epopeya.

Todo esto es fácilmente reconocible en «Los designios de Zeus», donde las batallas son guiadas o intercedidas directamente por esta divinidad. Al ser un texto bélico es usual encontrar escalas de mando o jerarquía, las cuales son fácilmente aplicables a los mismos dioses. Siendo Zeus el cabeza y patriarca del elenco de dioses, quienes temen profundamente las consecuencias si osaran desobedecerle.

Mientras que en la «Venganza de Aquiles» podemos ver otro motivo central dentro de la obra: la amistad. El sentimiento de compañerismo y unión entre los héroes durante las batallas estará muy presente por medio de las penurias, los banquetes y, por supuesto, la muerte. Un ejemplo muy claro de ello es la relación de Patroclo con Aquiles, cuya muerte será el propulsor del desenlace de la Ilíada con la muerte de Héctor a manos de Aquiles, en venganza por la muerte de su querido compañero.

Llegando a este punto a otro gran tema dentro de la mitología y la tradición clásica es la concepción del cuerpo. En numerosos cantos se puede observar el valor sagrado que tiene para ellos el cuerpo del difunto, llegando incluso a respetarse los ritos fúnebres o la presente amenaza de perder dicho cuerpo a manos de las aves y los perros. Es sabido que esto se debe al ritual religioso propio de la época, donde la obtención del cuerpo era vital para traspasar al Hades, el lugar donde reposan los muertos. Este respeto hacia el difunto se verá en la petición desesperada de Príamo a Aquiles para que le sea devuelto el cuerpo de su hijo Héctor. Acto que a su vez el mismo Zeus le ordena complacer, ya que es un acto sagrado e inviolable.

A pesar de ser una obra bélica los sentimientos, como se verá en «La venganza de Aquiles», obtienen un gran peso en el texto poético. A pesar de ser héroes, estos “hablan desde el corazón”, mostrando sus debilidades y fortalezas, llegando incluso a las lágrimas y a la desesperación en determinados momentos. Siendo esto un total contraste con las escenas de gran violencia y pulcritud con el que se narran los hechos en la obra. Sin olvidar la figura de Aquiles como motor de la acción durante todo el poema épico, esté o no, presente en dicha acción. Ya que la obra no habla sobre la guerra de Troya, sino del papel de Aquiles como héroe dentro de dicha batalla.

También podemos destacar, como características propias de la obra, los paisajes tanto descriptivos como narrativos. Los dos brindados de grandes detalles y guiados por un ritmo lento pero conciso. Creando también una tensión dramática de los acontecimientos cuando es preciso, por medio de la violencia grafica que aquí se describe como por los hechos y acciones de los personajes influenciados por dicha violencia. Destacando, a su vez, la importancia de personajes secundarios como: Paris, Diomedes, Eneas…  para el desarrollo y evolución de la trama a lo largo del poema. Llegando a tener gran importancia inclusive como narraciones independientes. Finalmente, esta obra termina con un clímax que se desarrollará tan solo en cuatro días, a diferencia de los cincuenta y uno que dura el resto de la narración. Un final apresurado, rápido, pero con fuerza, cierra esta obra bélica de carácter trágico y heroico. 



[1] Iáñez, E., (1989), Las literaturas antiguas y clásicas. Historia de la literatura universal- 1. España, Editorial digital: Jaleareal. Pág. 71.
[2] Ídem. Pág. 69.
[3] Homero., (1944), La Ilíada. Traducida por Montserrat Casamada. Editorial: Obras Maestras. Prologo.

martes, 9 de abril de 2019

Reseña de Almas muertas por Nikolai Gógol.

*NOTA: Todos los Análisis Literarios que reseñare en el blog no están exentos de  spoilers de forma inevitable. Con el fin de entender en profundidad y reflexionar sobre la obra es necesario destripar acciones, personajes y tramas con el fin de llegar a tender la obra de una forma muchos más detenida.* 


Introducción:
Gógol nació en la actual Ucrania en 1809 y falleció en Moscú en 1852. Fue un escritor en lengua rusa que tuvo una gran influencia dentro de la literatura rusa, y cuya obra señalaría el comienzo de la narrativa realista en Rusia. Pronto continuada por los grandes maestros del realismo ruso: Iván Turquéniev, Leon Tostói y Fiodor Dostoievski. 

Obra y vida del autor: 
Para nombrar algo sobre la vida de Nikolai Gógol hay que remarcar que fue el hijo de un pequeño terrateniente ucraniano. Por lo que, con tan solo a la edad de diecinueve años, decidió trasladarse a San Petersburgo para intentar, sin éxito, labrarse un futuro como burócrata de la administración zarista. Posteriormente, en 1831, se incorporó ahora como profesor de historia para impartir clases en la universidad, donde conocería a Alexander Pushkin. Quien le dio la idea – y el argumento – a Gógol para su obra maestra, Almas muertas. Era bien conocida la elevada opinión que Pushkin con respecto de Gógol y, por consiguiente, la relevancia que para él tenía las apreciaciones, ideas y opiniones de quien denominaba como su “maestro”.  

Desde entonces y partir de las colaboraciones, de una manera regular, con distintas publicaciones nacieron las Veladas en la finca de Dikanka (1831- 1832). La cual constituyó un enorme éxito, que posteriormente lo llevaron, en la de década de 1835, a abandonar la universidad definitivamente, para centrarse por entero a la creación literaria y a la literatura. También en ese mismo año publicó Mirgorod y Arabescos, la cual suponía todo un paso para el realismo crítico. Mas tarde escribiría, Mirgorod, la cual es una continuación de las ya nombradas Veladas. La obra contiene cuatro relatos, entre los cuales, está el poema épico: Taras Bulba.

En una etapa más madura de su producción encontramos la comedia de El inspector, la cual es una sátira de la corrupción de la burocracia – la misma que obligó al escritor a abandonar temporalmente su país de origen –. Instalado ahora en Roma, sobre la década de 1842, allí Gógol escribió buena parte de su obra más importante y mejor recordada – de la cual hablaremos más extensamente después – Almas muertas, donde enmarcaría y describiría de una forma sarcástica sobre la Rusia feudal. En ese  mismo año el autor publicó El abrigo, obra que ejercerá una enorme influencia en la literatura rusa. 

Después de una corta estancia en Moscú, y ya de regreso en Roma, comenzó a redactar lo que hoy conocemos como la segunda parte de Almas muertas. Aunque, y por desgracia, tan solo se conservan los cinco primeros capítulos de esta segunda parte, a causa de dos factores que alteraron profundamente al escritor: La primera se encuentra en la influencia negativa de sus allegados y como consecuencia del consejo de un cura para ayudarle a salvar su vida y su alma. En segundo lugar, la quema se produjo a causa de no encontrar el idea positivo de su obra, aunque en este aspecto, muchos intelectuales han teorizado sobre las posibles razones por las que Gógol no quiso acabar la obra. Se habla de falta de inspiración, o de la necesidad de asemejarse a los clásicos, entre otros casos.

En esta última etapa de su vida el autor decidió, posiblemente a causa de una enfermedad, prenderle fuego antes de morir a la segunda parte de Almas Muertas. Por último y para concluir con sus obras, en los últimos años de su vida escribió también artículos en los Fragmentos escogidos de la copresidencia con los amigos (1847) donde defiende la religión ortodoxa.

La transición del romanticismo al realismo de Gógol: 
En la Rusia del siglo xix aun se tiene muy en cuenta el intento de modernización por parte de Pedro I el Grande, en el siglo anterior. Pero a pesar de ello, Rusia sigue sin encontrar su lugar entre las grandes potencias europeas, lo que derivó en una profunda crisis. Ya fuera a causa de la basta extensión del territorio o por sus peculiares características en la forma de gobierno, la sociedad rusa se encontraba bajo el yudo de una fuerte moral tradicionalista y religiosa, lo que provocó un inmenso choque al intentar occidentalizarse. Se pone de manifiesto, por lo tanto, la ineficacia e incapacidad, por parte de un Estado burocratizado, que ya habia estado presente desde el siglo xviii. Tampoco ayudó la participación del Estado Ruso en numerosas campañas bélicas, durante la primera mitad del siglo xix, y las luchas internas por el poder y la corona que desembocó en un gran malestar social – mucho más presentes entre los campesinos y los burgueses liberales – por el enfrentamiento, en el ámbito del pensamiento, por parte de los occidentalitas y eslavófilos.

A pesar de este ambiente Rusia se desarrollará, a lo largo de este siglo xix, como uno de los grandes focos de producción literaria universal. A pesar de que en su producción literatura romántica no se desarrollará nada esencialmente nuevo – ya que se verán fuertemente influenciados por los motivos románticos pertenecientes a las culturas Inglaterra y Alemania – pero en esencia, su literatura romántica rusa sí se enriquecerá. Partiendo así como punto de arranque, y también como fuerte inspiración, para una tradición literaria donde su mayor grado de madurez se apreciará a finales de la segunda mitad de siglo. Posteriormente, ya en el siglo xviii, encontramos, en esencia, la decadencia de los modelos franceses y del los cuales partiría el modelo del neoclasicismo y del sentimiento prerromántico. Por consiguiente las primeras producciones literarias rusas de este nuevo siglo xix continuarán con ambas tendencias pero volviéndolas menos melodramáticas y se centraran en los rasgos más neoclásicos, sí lo comparamos con respecto al siglo pasado. 

Por consiguiente, hay que resaltar que hubo, entre los grandes autores del Romanticismo ruso, unas figuras sumamente representativas. Como fueron la de Vasili A. Zhukovski (1783- 1852) –, quien fue el verdadero propulsor e introductor del Romanticismo en Rusia –, la figura de Alexandr Serguiévich Pushkin (1799- 1837), – a quien, al menos, se le reconoce el mérito de ser el más claro representante del sentir romántico ruso – y, al mejor continuador de la labor literaria de Pushkin, Mijaíl Yúrievich Liérmentov (1814- 1841) – quien prosigue su producción literaria desde el punto mas estrictamente ideológico con respecto a la consciencia social de los intelectuales rusos – Finalmente, encontraremos a quien denominamos como el propulsor de “la transición del realismo”, Nikolai Vasílievich Gógol (1809- 1852). Se le atribuye que, en pleno Romanticismo, solventó y puso las bases esenciales para lo que posteriormente sería la narrativa realista rusa.

Reseña de Almas muertas: 
Almas muertas fue la obra maestra de Nikolai Gógol, la novela fue publicada en 1842 y en ella el autor nos ofrece, a nosotros como lectores, una visión lúcida y al mismo tiempo desoladora con una narrativa que refleja a la perfección la sociedad rusa del siglo xix. 

Pável Ivánovich Chíchikov será el protagonista de esta aventura, un pequeño terrateniente frívolo y corrupto que se dedica a “comprar” siervos ya muertos en la ciudad de NN. Librando de las cargas fiscales los propietarios de estas “almas muertas” al mismo tiempo que se beneficia económicamente, ya que aun estas almas aparecen en el censo. De esta forma Chíchikov va a conseguir de una manera ilícita una serie de prestaciones como, por ejemplo, tierras y prestamos provenientes por parte del Estado, al contar con un determinado número de “almas”, en otras palabras, nuestro protagonista consigue hacerse rico. 

Para comprender más ampliamente esta obra y antes de inicial el analisis formal de la obra me veo en la necesidad de aclarar, de una forma meramente anecdótico, como funcionaban las cosas en el Estado Ruso de la epoca que enmarca de una forma tan detallada en la obra Almas muertas. En un comienzo la sociedad aristocrática se caracterizó, hasta la abolición de la servidumbre en 1861 decretada por el zar Alejando II, mediante que las vidas de los campesinos estuvieron ligadas a la voluntad de los terratenientes o del Estado. Desde el siglo xv, y como medio para evitar la despoblación, se estableció la obligación de que los campesinos y sus descendientes vivieran en las propiedades las cuales trabajaban. Por lo que los campesinos se convirtieron en una forma de medir la fortuna de sus señores, al contrario que en Europa, que se media por medio de la extensión de las tierras. Y por otro lado, el Imperio Ruso, por medio de la Tabla de Rangos establecida por Pedro I (1672- 1725) en 1722, permitió reorganizar todo el escalafón del funcionariado y del ejercito por medio de la obtención de rangos, y de los privilegios vinculados a él, mediante el servicio que desempeñaban para el emperador y no por medio del nacimiento como sucedía hasta entonces. 

Por lo tanto, y volviendo de nuevo a nuestro héroe en esta aventura. Chichikov al tener un puesto como asesor colegiado ocupará el octavo nivel, de entre los catorce existentes, para los funcionarios civiles. Esto le ha permitido, ya desde el primer capítulo, a tener la oportunidad y las facilidades para codearse entre los grandes funcionarios de la ciudad de NN y cumplir su objetivo de volverse un terrateniente rico. Para especificar un poco más sobre el espacio donde se desarrolla la acción, NN es un lugar sin nombre ni procedencia, el cual tiene una gran importancia dentro de la trama, ya que al ser un lugar cualquiera – todo lo que no fuera Moscú o San Petersburgo se consideraba vulgar o de pueblo – también albergaba gente cualquiera y variopinta. Esto será muy representativo ya que, como veremos más delante, todos los personajes que se nos representan – pasando por el pueblo llano hasta grandes representantes civiles y militares – serán, en mayor o menor medida, personajes caricaturescos, extravagantes, ridículos en ocasiones, bastos y tremendamente prejuiciosos. Con todo esto el narrador se hará gala de mostrárnoslos en todas las facetas posibles, incluyendo al propio protagonista, cuyas intenciones son las más viles de todos. 

A continuación nos centraremos un poco en el narrador, figura fundamental de todo relato, el cual tiene un papel en esta obra de lo más representativo. Ya que no solo es la expresión poética del yo del autor, sino que, interactúa con el autor y le da voz. En multitud de ocasiones, la narración se ve interrumpida por este narrador – para aclarar algún aspecto o criticar inclusive al propio autor – por lo que llega a aparecernos como un personaje más, con su voz propia y pensamientos propios. Dicho narrador, y a mi propio parecer, va narrando las escenas y a los personajes como si los viera a través de una de estos carros típicos de la epoca. Observa la escena, la enmarca y la describe. Aunque en multitud de ocasiones – como, por ejemplo, en el capítulo noveno con las conversaciones de las dos damas aristocráticas o en el capítulo undécimo cuando el propio Chíchikov duerme en su carromato – el narrador hace gala de poder escuchar los monólogos o las reflexiones internas del resto de personajes, dando una visión total y global del marco de la narración. 

Esto será de gran ayuda a la hora de presentar a los personajes, ya que, la gracia de esta obra recae casi exclusivamente sobre ellos. Partiendo de que la obra se divide en tres partes: la primera enmarcada en el capítulo primero se nos narra la llegada del protagonista, el lugar, sus gentes y los primeros pasos que este tiene que dar para iniciar su plan. En segundo lugar, encontramos el desarrollo de la trama con la visita a los terratenientes a lo largo del capítulo dos hasta el séptimo. Para finalizar, en la tercera parte se desarrolla la estafa, con la firma de papeles y legalización de la compraventa por parte de los terratenientes a lo largo del capítulo séptimo al undécimo. Por último, y como una buena forma de finalizar la primera parte de esta obra, encontramos, por fin, el objetivo del protagonista, se nos habla de su vida y se expone las motivaciones de este. Sin contar con los cinco capítulos finales, pertenecientes a esa segunda parte no acabada por parte de Gógol, donde se nos muestra una visión más esperanzada, donde se pretendía que el lector adquiriera cierto grado de reflexión y aprendizaje con respecto a la primera parte. Por lo que hay que añadir que, esta obra inconclusa, fue pensada desde un principio por el autor como trilogía. Queriendo imitar así la Divina Comedia de Dante, siendo esta primera parte el equivalente al  Infierno y su segunda parte, el Purgatorio. Como una prueba de ello encontramos una alusión directa en el capitulo séptimo cuando Chíchikov va a ver al jefe de la administración para oficializar su compra de campesinos ya que se siente guiado por uno de los funcionarios como si se tratara del propio Virgilio. Volviendo de nuevo a los personajes, los cuales, ahora sabiendo que pertenecen a un tipo de “Infierno”, no nos sorprenderá encontrárnoslos reflejados en los cinco terratenientes a los que el protagonista va a visitar en busca de almas muertas. Estos terratenientes, junto al resto de personajes de la ciudad de NN, son caricaturas rocambolescas. Ya se por su propia personalidad, sus maneras, sus prejuicios y formas de pensar, o por sus propios vivíos que los enmarcan. Son personajes con los que busca el autor hacer reflexionar al lector sobre la sociedad rusa ya que su objetivo final fue el de brindar una visión lo más amplia y detallada posible. Debido a la gran responsabilidad moral que sentía Gógol con respecto a este tema. 

Sin desvíanos demediado del tema que nos rodea, hay que decir que la trama de la obra se centra sobre todo en la persona de Chichikov, quien toma el tema del camino como forma de vida. Como una búsqueda de la expiación del alma, la cual y en su caso, sería la de cumplir su sueño. A pesar de que lo haga por medio del engaño y de agradar al prójimo. Haciendo uso de los consejos que le dio su padre antes de morir. Además las descripciones obtendrán un papel clave en la obra, las descripciones se harán tanto de personas – un ejemplo de ello es el terrateniente del capítulo quinto quien según su apariencia y sus comportamiento se asemeja a la de un oso – como de lugares – capítulo sexto – los cuales son un fiel reflejo de su propietario. A excepción de que, y como se ve en el capitulo con el avaro señor mayo del capítulo sexto, no es el ambiente el que efectúa esta similitud o cambios sino la propia persona, el dueño de la casa. Ya que a través del alma corrompida de este se ve reflejado en el ambiente en el que vive el individuo. 

Para terminar, quisiera remarcar los temas y puntos clave de la obra, sin centrarme demasiado en la trama o en la acción de la obra. Porque es sabido que Chíchikov se sale con la suya, la visión de una ciudad aristocrática llena de apariencias y relatos fieles de sus vida – me agradó mucho descubrir las personalidades y como se mueve la vida en estos lugares a través del capítulo séptimo al decimo – que ya sin profundizar demasiado en la trama sacaríamos una gran cantidad de detalles dignos de mencionar. Pero, y a modo de conclusión, quisiera remarcar lo que una obra así pudo efectuar en las mentes de la gente que la leyó. Como un Lazarillo de Tormes para un español del siglo xvi, Almas muertas debió de ser el equivalente a esta sociedad tan tradicional. Donde pudieran verse reflejados, tanto en la forma de vestir, como en las costumbres de hospitalidad y de chismorreo, en las comidas o la vida típica de un viajante por las postas, la etiqueta rigurosa y hasta en las formas de hablar. Un ejemplo de esto son la forma que tiene de ganarse la confianza nuestro protagonista, o la escena de los caballos enredados en el capítulo quinto donde unos campesinos ayudan a mover a los caballos. 

Todo se ve reflejado en la obra y no solo en las descripciones o en las introspecciones morales, sino que también se puede apreciar de una forma palpable. Como hablan los campesinos, con que tozudez y rudeza, en comparación con la buenas formas y educación del primer terrateniente y su mujer, junto con sus hijos. Todo en esta obra, absolutamente todo es motivo de referirse,  de ser meditarse, de ser observar e incluso de poder reírse y, además de tener la oportunidad de pensar. Ya que es una obra puramente filosofía, realista y metódica, a la cual se le debería de dar una oportunidad al menos una vez en la vida.   

lunes, 8 de abril de 2019

Analisis Fedra de Jean Racine




INCISO: Este es un analisis pensado para analizar una parte en concreto de la obra. 

El mito de Fedra, del cual Jean Racine se inspira para hacer esta obra, está basada en la tragedia de Hipólito de Eurípides, aunque también tuvo en cuenta las obras de Séneca y Garmier para narrar este mito cuyo origen procede de la mitología griega. Fedra es la tragedia mejor acabada de Racine, quien en un principio la llamó Fedra e Hipólito. Esta pieza está dividida en cinco actos de entre cinco y siete escenas. A pesar de inspirarse en obras ya creadas con este mito, la obra de Racine contiene diferencias significativas, como por ejemplo los rasgos de la moral jansenista que tiene el personaje de Fedra.

Podríamos enumerar un millar de temas coexistentes en esta obra dramática, como son el amor prohibido, el suicidio, la justicia divina, el temor tanto de forma moral como político e incluso divino, la ley divina y la libertad oprimida por el canon del honor, entre otros. Todos estos, en mayor y menor medida, se ven reflejados en la obra y en el fragmento a analizar. Pero todos estos temas y motivos se encuentran perfectamente enmarcados en esta obra de corte clasicista donde prima la ambientación propia del mundo grecolatino, donde solo existe una acción y en la cual también aparece el principio de catarsis. Fedra es un perfecto ejemplo de lo que era una obra dramática del teatro clasicistas, ya que se pueden observar y distinguir con suma claridad las tres reglas clasicistas: El decoro, donde no se representan escenas en contra de la moral, no se representas muertes en escena o violencia y contacto físico. Aparecen las tres unidades de tiempo, espacio y acción marcadas por Aristóteles en su Poética. Por último, pero no por ello menos importante, encontramos también la verosimilitud. Con respecto a los personajes podemos decir que son personajes complejos con problemas morales igual de complejos, un claro ejemplo está en la propia Fedra.

Con respecto al fragmento, comenzaremos por situarlo en el acto iii, escena v, en donde tomaran la palabra los personajes de Fedra e Hipólito – sin contar con la aparición de Enona tanto al principio de la escena como al final de la misma – . Fedra a estas alturas de la obra se encuentra ante su responsabilidad moral y social de defender a su prole ante la disputa por la sucesión del trono de Atenas. Mientras que en su interior se libra una ardua lucha contra sus propias pasiones. Ya desde un inició Fedra al vislumbra a Hipólito exclama su temor al verle, donde se plasma la importancia del fetiche de la vista porque los ojos son representados como ventanas del alma los cuales pueden provocar sentimientos y pasiones amorosas. Al confesarle Fedra a Hipólito su miedo ante la posición social de sus hijos escenifica, por medio de las palabras, hechos pasados que el lector o espectador desconocen, como en este caso son el exilio del propio Hipólito. Aquí Fedra mide las consecuencias de sus acciones – y la culpa que siente por ellas – tanto por sus hijos como por sus propios anhelos amorosos. Ya que aún sus pasiones vergonzosas y viles – ya que van en contra de la moral y ley divina, como por el lado del incesto – no han sido reveladas, de nuevo, por medio de sus palabras. Ya que no hay que olvidar que el reino de la palabra es la tragedia.

La conversación entre madrastra e hijastro continua con la muerte de Teseo, la preocupación de Hipólito por el estado de la reciente viuda y la respuesta, un tanto perturbadora, que esta le da. Ya que Fedra le insinúa que ve a su marido en él a causa del parentesco familiar. Aquí nuevamente Fedra a través de la visión – fetiche de la vista – anhela, ansia y se apasiona por el reflejo de su hijastro. A partir de aquí comienza Fedra a narra su deseo de como hubieran sido las cosas si en vez de Teseo hubiera sido Hipólito quien hubiera desembarcado en las playas de Creta, reviviendo la historia de Teseo pero ahora en la figura de Hipólito.

La fantasía amorosa de Fedra no acaba aquí, ya que, no solo desea que hubiera sido su hijastro sino que desea acciones que ella misma hubiera hecho si de Hipólito se hubiese tratado, todo por amor. En un principio Hipólito tornó los pensamientos de Fedra como inocentes, pero vista la vehemencia y la fuerza con las que esta insinúa y narra le hacen sospechar la verdad que se esconde tras sus palabras. Por lo que siente vergüenza, se sonroja y lo que es más importante, aparta la mirada. Rompe el vinculo visual que tiene con Fedra, rompiendo así la fantasía de esta y sus indicios amorosos. Al llevar a acabo esta acción Hipólito esta rechazando la proposición de amor encubierta. Al ser descubierta Fedra deja las insinuaciones y se abre a declararse abiertamente, a poner en palabras sus sentimientos, el ardor y las ansias. Aquí es donde comete su pecado al admitir en voz alta, con palabras y ante los dioses, sus deseos incestuosos y criminales. Se deja ver como una mujer que ama y sufre, que llora y anhela, quien aborrece su deseo y se aborrece a sí misma. El uso de las palabras llama, fuego y ardor como sentimiento amoroso- sexual son muy recurrentes en esta parte del fragmento.  Finalmente desesperada, y visto el rechazo, Fedra persigue su propio castigo y su muerte. Pero en el fondo su último deseo es que sea la mano de su amado quien ejecute la justicia divina por su crimen, quiere que él sea quien acabe a su vez con su deseo. Desafortunadamente y a causa del silencio, que en la obra augura y es significado de muerte, ella decide en una acción desesperada acabar con su propia vida.

domingo, 7 de abril de 2019

Análisis Otelo de William Shakespeare


*NOTA: Todos los Análisis Literarios que reseñare en el blog no están exentos de  spoilers de forma inevitable. Con el fin de entender en profundidad y reflexionar sobre la obra es necesario destripar acciones, personajes y tramas con el fin de llegar a tender la obra de una forma muchos más detenida.* 


INCISO: Este análisis fue creado y pensado para ser adaptado a un fragmento en concreto (acto III, escena iii).  

La obra de Otelo es, junto a Hamlet, Macbeth o el Rey Lear, una de las obras trágicas más aclamadas del escritor inglés William Shakespeare. Fue escrita sobre el año 1603 y representada alrededor del 1604 en el palacio de Whitehall de Londres. La obra tiene como personaje principal a Otelo, el moro de Venecia y la trama se centra en el tema de las pasiones, de la venganza, el odio y, sobre todo, los celos. La tragedia se divide en cinco actos, con sus respectivas escenas y cuyo clímax podemos ubicarlo entre el cuarto y quinto acto.

Su autor, William Shakespeare, tiene una larga producción teatral donde encontramos obras de todo tipo, como por ejemplo, sus dramas históricos con Antonio y Cleopatra, o las tragicomedias de Romeo y Julieta, sus comedias con Mucho ruido y pocas nueces y por último sus tragedias como Otelo, entre otras muchas. Estas últimas – refiriéndonos a sus famosas obras trágicas y dramáticas – fueron las que alcanzaron un mayor prestigio literario según la critica y con el paso del tiempo. Su etapa más prolifera como escritor se centra, sobre todo, durante su etapa como actor y director de teatro en la “The Globe” en Londres. Sobre su biografía y vida personal se conoce muy poco y tan solo podemos vislumbrar algunos detalles de su etapa en Londres. Lo que sí sabemos es que Otelo posiblemente fue escrito después de Hamlet y que, tras esta, se escribieron Rey Lear y Macbeth, como un dato curioso a remarcar.

Pero lo que sí sabemos con suma certeza es que el momento historico en el que Shakespeare vivió, durante aquellos años del teatro isabelino, tuvieron una gran influencia para sus obras. William Shakespeare caminó entre la línea de un Renacimiento tardío y principios del Barroco, lo que le da una visión más amplia de estas dos etapas literarias, enriqueciendo de esta forma su obra. En esta epoca, y con respecto a la forma de ver y vivir el teatro, hay que tener muy en cuenta que esta práctica estaba moralmente ligada con la vida criminal y la amoralidad de la baja sociedad. La localización de dichos edificios teatrales – como el teatro The Globe anteriormente mencionado – se encontraban ubicada a las afueras de la comunidad. Dichos edificios eran espacios donde la gente se agrupaba según su condición social a lo largo de todo el recinto, y en donde – justamente en la zona del gallinero – había una tarima a la altura de los ojos de los espectadores, siendo esta la peor zona para vislumbrar la obra teatral. Había varios niveles como balcones o pasarelas, por otro lado, las escenas podían dividirse con biombos o telas, aunque no había un telón como hoy en día lo conocemos. Lo que podía dificultar gravemente la dramaturgia del autor/ director de la epoca.
Es importante recalcar, desde una perspectiva aplicada a la obra de Otelo, que en dicha obra encontramos una gran cantidad de cambios de escenarios (desde un edificio público o aun palacio, una plaza, etc.)  y estas representaciones se beneficiaban de la imaginación de sus espectadores para llevarse a cabo ante tan variado cambio de escenario. En Otelo, además, hay una gran cantidad de personajes que entran y salen constantemente por entre las diversas escenas, dándole a la obra un carácter muy vivo y dinámico. Un buen ejemplo de esto son las salidas de escena de Yago, para proclamar sus intenciones o hablar dirigiéndose al público sin que lo que diga afecte al resto de personajes de la escena.

En el teatro isabelino, y es otro detalle importante para entender las obras teatrales de la epoca, el papel de las mujeres en escena no podían ser ejercidas por las propias mujeres, ya que dichos papeles femeninos, los llevaban a acabo jóvenes mancebos a quienes todavía no le había cambiado la voz, de modo que la moral y el honor de las mujeres no fuera mancillado. Este detalle esta muy ligado a la concepción moral que se tenía del teatro, ya que, no era apropiado que una mujer se dedicara a esta tarea de tan baja estima social. Y esto daba a situaciones bastante cómicas dentro de la escena teatral en la que han quedado constancia en varias ocasiones y a lo largo de las obras del propio Shakespeare. 
De nuevo y centrándonos en la obra de Otelo, al menos para la época en la que fue escrita, tuvo que ser de una mayor dificultad a la hora de ser representarla la gran profundidad psicológica que gozaban los personajes de Shakespeare. Sobre todo dichos personajes sobresalen, si los comparamos con otras obras literarias de la producción inglesa no muy lejanas a Shakespeare, como por ejemplo, en Los Cuentos de Canterbury de Chauser. Cuyos personajes son puramente estereotipados con las diferentes personalidades de la epoca. No podemos comparar las cavilaciones de Yago o la duda existencial que pasa Otelo en esta obra con los dispares personajes que alberga Los cuentos de Canterbury como “El caballero” o “la monja”, cuyas virtudes van ligadas a sus respectivos defectos. Algo sumamente usual en la tradición literaria anglosajona.

Centrándonos ya, y más concretamente, en el fragmento a analizar procedente del acto tercero, escena segunda de Otelo. Podemos decir que el monologo que se nos presenta lo llevan a cabo el protagonista de la obra, Otelo y el antagonista, Yago. Además de que el conflicto dramático que envuelve a la obra entera se ve reflejado a la perfección en el fragmento. En él el personaje de Otelo, quien confía ciegamente en la lealtad de su amigo y camarada, es engañado por Yago quien siembra la semilla de la duda, levantando las pasiones y desembocando en la catarsis del clímax final con la muerte de Desdémona. Podríamos decir que, a lo largo de la obra, y en este fragmento, lo que se pone en duda todo el tiempo son las apariencias. Por ejemplo, Otelo al principio de la obra es acusado por su apariencia de moro, a pesar de que su reputación y valores morales son muy altos. Mientras que Yago, caballero, cristiano y amigo leal acabará demostrando su naturaleza vil y malvada. Por lo que, podríamos decir, que el juego que se nos plantea y que en el fragmento se nos revela con la duda sobre la apariencia angelical y pura de Desdémona, no es más que un juego de equivalencias entre lo que “es” y lo que “aparenta ser”. Sobre la naturaleza “buena” o “mala” del hombre y, sobre todo, la ambigüedad entre la razón y las pasiones reflejada en las acciones y personalidades de los personajes de la obra.

Un ejemplo de todo esto seria el propio personaje de Yago, ya que para poder engañar y manipular al resto de personajes para que hagan lo que a el más le conviene hace gala de sus inteligencia y astucia, al mismo tiempo que sus motivaciones son casi tan pasionales como las que llevarán a Otelo a su perdición. Hablando de esta tendencia de Yago, vislumbramos en el fragmento (cosa que ya sabíamos desde el principio por boca del mismo) como usa las palabras de una forma adecuadas para parecer cauto y de fiar, mientras que con su expresión corporal dice todo lo contrario, mandándole así el mensaje de duda a Otelo. Todas estas manipulaciones, tanto con el pañuelo o los engaños a unos y a otros, da a entender por medio de actitud una conducta que no es propia de su rango social (otro tema muy importante dentro de la obra) como hombre y soldado. En cambio, vemos como su forma de hacer las cosas da a una actitud más propia de una mujer, dicha actitud esta muy fuertemente criticada a lo largo de toda la obra en las figuras de Desdémona, Emilia y Bianca. Un hombre no tiene porque usar la astucia y la manipulación cuando tiene la fuerza y una espada para solucionar su problema, y así mismo lo vemos en todas las reacciones de los hombres de la obra que son engañados por estas “tratas de mujer” provenientes de Yago.

Porque inclusive, a esta paradoja de personalidades se le suma el papel de la mujer en la obra ejercida por el personaje de Desdémona. La cual aparenta (y al final se demuestra que lo es) ser pura, angelical y virgen, pero al igual que Yago aparenta ser leal ante Otelo y este a su vez, por el simple hecho de ser moro (quien debería ser alguien del que no te puedes fiar) también se alberga prejuicios desde un principio, Desdémona acabará bajo el yugo de las sospechas sobre su persona. Este juego de doble filos morales se extenderá por toda la obra e impregnará cada personaje, acabando todo en una gran tragedia con la muerte de los personajes de mayor valor moral: Otelo, Desdémona, Emilia y Rodrigo (aunque este último no tengo del todo claro si es un personaje oscuro que intenta hacer lo mejor para su situación o un personaje bueno al que se le corrompe hasta la médula). La duda es lo que acaba finalmente desatando las pasiones de Otelo, Yago por medio de su astucia, de su inteligencia, es capaz de levantar pasiones tan fuertes como el odio, la venganza o los celos. Los cuales acaban siendo justificados en dos momentos de la obra con la “influencia de la luna”.

La posición de la mujer también es muy interesante de analizar en esta obra, porque, tan solo aparecen tres de ellas a lo largo de la obra: Desdémona, la joven esposa de Otelo, la cual acabará siendo asesinada por su lealtad a su señor, Emilia quien es esposa de Yago y podríamos describirla como una mujer madura y fiel a la verdad y Bianca, una prostituta que a pesar de su profesión no parece tener actitudes deshonrosas. Con respecto a esta última encontramos una escena muy curiosa en el acto quinto, donde Yago la incrimina en el intento de asesinato de Cassio por el simple hecho de su profesión, de nuevo todo a acusa de lo que aparenta. De nuevo sale a relucir este termino y a su vez tiene unas consecuencias que más temprano que tarde acabaran por ser mortales.