*NOTA: Todos los Análisis Literarios que reseñare en el blog no están exentos de spoilers de forma inevitable. Con el fin de entender en profundidad y reflexionar sobre la obra es necesario destripar acciones, personajes y tramas con el fin de llegar a tender la obra de una forma muchos más detenida.*
INCISO: Este análisis fue creado y pensado para ser adaptado a un fragmento en concreto (acto III, escena iii).
La obra de Otelo es, junto a Hamlet, Macbeth o el Rey Lear, una de las obras trágicas más
aclamadas del escritor inglés William Shakespeare. Fue escrita sobre el año
1603 y representada alrededor del 1604 en el palacio de Whitehall de Londres.
La obra tiene como personaje principal a Otelo, el moro de Venecia y la trama
se centra en el tema de las pasiones, de la venganza, el odio y, sobre todo, los
celos. La tragedia se divide en cinco actos, con sus respectivas escenas y cuyo
clímax podemos ubicarlo entre el cuarto y quinto acto.
Su autor, William
Shakespeare, tiene una larga producción teatral donde encontramos obras de todo
tipo, como por ejemplo, sus dramas históricos con Antonio y Cleopatra, o las tragicomedias de Romeo y Julieta, sus comedias con Mucho ruido y pocas nueces y por último sus tragedias como Otelo, entre otras muchas. Estas últimas
– refiriéndonos a sus famosas obras trágicas y dramáticas – fueron las que
alcanzaron un mayor prestigio literario según la critica y con el paso del
tiempo. Su etapa más prolifera como escritor se centra, sobre todo, durante su
etapa como actor y director de teatro en la “The Globe” en Londres. Sobre su
biografía y vida personal se conoce muy poco y tan solo podemos vislumbrar
algunos detalles de su etapa en Londres. Lo que sí sabemos es que Otelo
posiblemente fue escrito después de Hamlet
y que, tras esta, se escribieron Rey Lear
y Macbeth, como un dato curioso a remarcar.
Pero lo que sí sabemos
con suma certeza es que el momento historico en el que Shakespeare vivió,
durante aquellos años del teatro isabelino, tuvieron una gran influencia para
sus obras. William Shakespeare caminó entre la línea de un Renacimiento tardío
y principios del Barroco, lo que le da una visión más amplia de estas dos
etapas literarias, enriqueciendo de esta forma su obra. En esta epoca, y con
respecto a la forma de ver y vivir el teatro, hay que tener muy en cuenta que
esta práctica estaba moralmente ligada con la vida criminal y la amoralidad de
la baja sociedad. La localización de dichos edificios teatrales – como el
teatro The Globe anteriormente mencionado – se encontraban ubicada a las
afueras de la comunidad. Dichos edificios eran espacios donde la gente se
agrupaba según su condición social a lo largo de todo el recinto, y en donde –
justamente en la zona del gallinero – había una tarima a la altura de los ojos
de los espectadores, siendo esta la peor zona para vislumbrar la obra teatral.
Había varios niveles como balcones o pasarelas, por otro lado, las escenas
podían dividirse con biombos o telas, aunque no había un telón como hoy en día
lo conocemos. Lo que podía dificultar gravemente la dramaturgia del autor/
director de la epoca.
Es importante recalcar, desde
una perspectiva aplicada a la obra de Otelo, que en dicha obra encontramos una
gran cantidad de cambios de escenarios (desde un edificio público o aun palacio,
una plaza, etc.) y estas
representaciones se beneficiaban de la imaginación de sus espectadores para
llevarse a cabo ante tan variado cambio de escenario. En Otelo, además, hay una
gran cantidad de personajes que entran y salen constantemente por entre las
diversas escenas, dándole a la obra un carácter muy vivo y dinámico. Un buen
ejemplo de esto son las salidas de escena de Yago, para proclamar sus intenciones
o hablar dirigiéndose al público sin que lo que diga afecte al resto de
personajes de la escena.
En el teatro isabelino, y
es otro detalle importante para entender las obras teatrales de la epoca, el
papel de las mujeres en escena no podían ser ejercidas por las propias mujeres,
ya que dichos papeles femeninos, los llevaban a acabo jóvenes mancebos a
quienes todavía no le había cambiado la voz, de modo que la moral y el honor de
las mujeres no fuera mancillado. Este detalle esta muy ligado a la concepción
moral que se tenía del teatro, ya que, no era apropiado que una mujer se
dedicara a esta tarea de tan baja estima social. Y esto daba a situaciones
bastante cómicas dentro de la escena teatral en la que han quedado constancia
en varias ocasiones y a lo largo de las obras del propio Shakespeare.
De nuevo y centrándonos
en la obra de Otelo, al menos para la época en la que fue escrita, tuvo que ser
de una mayor dificultad a la hora de ser representarla la gran profundidad
psicológica que gozaban los personajes de Shakespeare. Sobre todo dichos
personajes sobresalen, si los comparamos con otras obras literarias de la
producción inglesa no muy lejanas a Shakespeare, como por ejemplo, en Los Cuentos de Canterbury de Chauser. Cuyos
personajes son puramente estereotipados con las diferentes personalidades de la
epoca. No podemos comparar las cavilaciones de Yago o la duda existencial que
pasa Otelo en esta obra con los dispares personajes que alberga Los cuentos de Canterbury como “El
caballero” o “la monja”, cuyas virtudes van ligadas a sus respectivos defectos.
Algo sumamente usual en la tradición literaria anglosajona.
Centrándonos ya, y más
concretamente, en el fragmento a analizar procedente del acto tercero, escena
segunda de Otelo. Podemos decir que el monologo que se nos presenta lo llevan a
cabo el protagonista de la obra, Otelo y el antagonista, Yago. Además de que el
conflicto dramático que envuelve a la obra entera se ve reflejado a la
perfección en el fragmento. En él el personaje de Otelo, quien confía
ciegamente en la lealtad de su amigo y camarada, es engañado por Yago quien
siembra la semilla de la duda, levantando las pasiones y desembocando en la
catarsis del clímax final con la muerte de Desdémona. Podríamos decir que, a lo
largo de la obra, y en este fragmento, lo que se pone en duda todo el tiempo
son las apariencias. Por ejemplo, Otelo al principio de la obra es acusado por
su apariencia de moro, a pesar de que su reputación y valores morales son muy
altos. Mientras que Yago, caballero, cristiano y amigo leal acabará demostrando
su naturaleza vil y malvada. Por lo que, podríamos decir, que el juego que se
nos plantea y que en el fragmento se nos revela con la duda sobre la apariencia
angelical y pura de Desdémona, no es más que un juego de equivalencias entre lo
que “es” y lo que “aparenta ser”. Sobre la naturaleza “buena” o “mala” del
hombre y, sobre todo, la ambigüedad entre la razón y las pasiones reflejada en
las acciones y personalidades de los personajes de la obra.
Un ejemplo de todo esto
seria el propio personaje de Yago, ya que para poder engañar y manipular al
resto de personajes para que hagan lo que a el más le conviene hace gala de sus
inteligencia y astucia, al mismo tiempo que sus motivaciones son casi tan
pasionales como las que llevarán a Otelo a su perdición. Hablando de esta
tendencia de Yago, vislumbramos en el fragmento (cosa que ya sabíamos desde el
principio por boca del mismo) como usa las palabras de una forma adecuadas para
parecer cauto y de fiar, mientras que con su expresión corporal dice todo lo
contrario, mandándole así el mensaje de duda a Otelo. Todas estas
manipulaciones, tanto con el pañuelo o los engaños a unos y a otros, da a
entender por medio de actitud una conducta que no es propia de su rango social
(otro tema muy importante dentro de la obra) como hombre y soldado. En cambio,
vemos como su forma de hacer las cosas da a una actitud más propia de una mujer,
dicha actitud esta muy fuertemente criticada a lo largo de toda la obra en las
figuras de Desdémona, Emilia y Bianca. Un hombre no tiene porque usar la
astucia y la manipulación cuando tiene la fuerza y una espada para solucionar
su problema, y así mismo lo vemos en todas las reacciones de los hombres de la
obra que son engañados por estas “tratas de mujer” provenientes de Yago.
Porque inclusive, a esta
paradoja de personalidades se le suma el papel de la mujer en la obra ejercida
por el personaje de Desdémona. La cual aparenta (y al final se demuestra que lo
es) ser pura, angelical y virgen, pero al igual que Yago aparenta ser leal ante
Otelo y este a su vez, por el simple hecho de ser moro (quien debería ser
alguien del que no te puedes fiar) también se alberga prejuicios desde un
principio, Desdémona acabará bajo el yugo de las sospechas sobre su persona.
Este juego de doble filos morales se extenderá por toda la obra e impregnará
cada personaje, acabando todo en una gran tragedia con la muerte de los personajes
de mayor valor moral: Otelo, Desdémona, Emilia y Rodrigo (aunque este último no
tengo del todo claro si es un personaje oscuro que intenta hacer lo mejor para
su situación o un personaje bueno al que se le corrompe hasta la médula). La
duda es lo que acaba finalmente desatando las pasiones de Otelo, Yago por medio
de su astucia, de su inteligencia, es capaz de levantar pasiones tan fuertes
como el odio, la venganza o los celos. Los cuales acaban siendo justificados en
dos momentos de la obra con la “influencia de la luna”.
La posición de la mujer
también es muy interesante de analizar en esta obra, porque, tan solo aparecen
tres de ellas a lo largo de la obra: Desdémona, la joven esposa de Otelo, la
cual acabará siendo asesinada por su lealtad a su señor, Emilia quien es esposa
de Yago y podríamos describirla como una mujer madura y fiel a la verdad y
Bianca, una prostituta que a pesar de su profesión no parece tener actitudes
deshonrosas. Con respecto a esta última encontramos una escena muy curiosa en
el acto quinto, donde Yago la incrimina en el intento de asesinato de Cassio
por el simple hecho de su profesión, de nuevo todo a acusa de lo que aparenta.
De nuevo sale a relucir este termino y a su vez tiene unas consecuencias que
más temprano que tarde acabaran por ser mortales.
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