lunes, 8 de abril de 2019

Analisis Fedra de Jean Racine




INCISO: Este es un analisis pensado para analizar una parte en concreto de la obra. 

El mito de Fedra, del cual Jean Racine se inspira para hacer esta obra, está basada en la tragedia de Hipólito de Eurípides, aunque también tuvo en cuenta las obras de Séneca y Garmier para narrar este mito cuyo origen procede de la mitología griega. Fedra es la tragedia mejor acabada de Racine, quien en un principio la llamó Fedra e Hipólito. Esta pieza está dividida en cinco actos de entre cinco y siete escenas. A pesar de inspirarse en obras ya creadas con este mito, la obra de Racine contiene diferencias significativas, como por ejemplo los rasgos de la moral jansenista que tiene el personaje de Fedra.

Podríamos enumerar un millar de temas coexistentes en esta obra dramática, como son el amor prohibido, el suicidio, la justicia divina, el temor tanto de forma moral como político e incluso divino, la ley divina y la libertad oprimida por el canon del honor, entre otros. Todos estos, en mayor y menor medida, se ven reflejados en la obra y en el fragmento a analizar. Pero todos estos temas y motivos se encuentran perfectamente enmarcados en esta obra de corte clasicista donde prima la ambientación propia del mundo grecolatino, donde solo existe una acción y en la cual también aparece el principio de catarsis. Fedra es un perfecto ejemplo de lo que era una obra dramática del teatro clasicistas, ya que se pueden observar y distinguir con suma claridad las tres reglas clasicistas: El decoro, donde no se representan escenas en contra de la moral, no se representas muertes en escena o violencia y contacto físico. Aparecen las tres unidades de tiempo, espacio y acción marcadas por Aristóteles en su Poética. Por último, pero no por ello menos importante, encontramos también la verosimilitud. Con respecto a los personajes podemos decir que son personajes complejos con problemas morales igual de complejos, un claro ejemplo está en la propia Fedra.

Con respecto al fragmento, comenzaremos por situarlo en el acto iii, escena v, en donde tomaran la palabra los personajes de Fedra e Hipólito – sin contar con la aparición de Enona tanto al principio de la escena como al final de la misma – . Fedra a estas alturas de la obra se encuentra ante su responsabilidad moral y social de defender a su prole ante la disputa por la sucesión del trono de Atenas. Mientras que en su interior se libra una ardua lucha contra sus propias pasiones. Ya desde un inició Fedra al vislumbra a Hipólito exclama su temor al verle, donde se plasma la importancia del fetiche de la vista porque los ojos son representados como ventanas del alma los cuales pueden provocar sentimientos y pasiones amorosas. Al confesarle Fedra a Hipólito su miedo ante la posición social de sus hijos escenifica, por medio de las palabras, hechos pasados que el lector o espectador desconocen, como en este caso son el exilio del propio Hipólito. Aquí Fedra mide las consecuencias de sus acciones – y la culpa que siente por ellas – tanto por sus hijos como por sus propios anhelos amorosos. Ya que aún sus pasiones vergonzosas y viles – ya que van en contra de la moral y ley divina, como por el lado del incesto – no han sido reveladas, de nuevo, por medio de sus palabras. Ya que no hay que olvidar que el reino de la palabra es la tragedia.

La conversación entre madrastra e hijastro continua con la muerte de Teseo, la preocupación de Hipólito por el estado de la reciente viuda y la respuesta, un tanto perturbadora, que esta le da. Ya que Fedra le insinúa que ve a su marido en él a causa del parentesco familiar. Aquí nuevamente Fedra a través de la visión – fetiche de la vista – anhela, ansia y se apasiona por el reflejo de su hijastro. A partir de aquí comienza Fedra a narra su deseo de como hubieran sido las cosas si en vez de Teseo hubiera sido Hipólito quien hubiera desembarcado en las playas de Creta, reviviendo la historia de Teseo pero ahora en la figura de Hipólito.

La fantasía amorosa de Fedra no acaba aquí, ya que, no solo desea que hubiera sido su hijastro sino que desea acciones que ella misma hubiera hecho si de Hipólito se hubiese tratado, todo por amor. En un principio Hipólito tornó los pensamientos de Fedra como inocentes, pero vista la vehemencia y la fuerza con las que esta insinúa y narra le hacen sospechar la verdad que se esconde tras sus palabras. Por lo que siente vergüenza, se sonroja y lo que es más importante, aparta la mirada. Rompe el vinculo visual que tiene con Fedra, rompiendo así la fantasía de esta y sus indicios amorosos. Al llevar a acabo esta acción Hipólito esta rechazando la proposición de amor encubierta. Al ser descubierta Fedra deja las insinuaciones y se abre a declararse abiertamente, a poner en palabras sus sentimientos, el ardor y las ansias. Aquí es donde comete su pecado al admitir en voz alta, con palabras y ante los dioses, sus deseos incestuosos y criminales. Se deja ver como una mujer que ama y sufre, que llora y anhela, quien aborrece su deseo y se aborrece a sí misma. El uso de las palabras llama, fuego y ardor como sentimiento amoroso- sexual son muy recurrentes en esta parte del fragmento.  Finalmente desesperada, y visto el rechazo, Fedra persigue su propio castigo y su muerte. Pero en el fondo su último deseo es que sea la mano de su amado quien ejecute la justicia divina por su crimen, quiere que él sea quien acabe a su vez con su deseo. Desafortunadamente y a causa del silencio, que en la obra augura y es significado de muerte, ella decide en una acción desesperada acabar con su propia vida.

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