Enseñando a nadar a la mujer casada es un poemario, profundo y ampliamente
documentado, sobre los castigos y penas que se les han impuesto a las mujeres
por el simple hecho de buscar su libertad. Un recordatorio doloroso sobre la
historia viva que nos precede, y que sigue aún vigente en el peso de los
nombres de las mujeres que lucharon (aún sin quererlo) por sus derechos.
El propio título de la obra es ya un anticipo
sobre lo que se va a desarrollar a lo largo de la obra, puesto que proviene de una
antigua ley mesopotámica sobre el adulterio (siempre siendo la mujer la
adultera y quien debía pagar el precio, siendo real o no el acto) que se
ejercía lanzando a las adulteras a las aguas del río para morir ahogadas. Esta
será la clave para comprender la obra, puesto que es un viaje entre el pasado y
el presente, sobre lo que conlleva desafiar a la autoridad impuesta por el
poder. Tradicionalmente ejercida por el hombre.
Aquí tenemos a varias mujeres famosas en la
historia, cuya vida fue terminada por la mano de la opresión, y por el intento
de acabar con su libertad: Margarita Porete, Juana de Arco, Mariana de Pineda
Muñoz, Aisha Ibrahim Duhulow. Elemento común entre ellas, que le da una mayor
unión con respecto a la estructura del poemario. El cual se divide en una serie
de categorías que engloban la historia de cada una de ellas, rota solamente,
por una historia que se nos cuenta desde el presente de carácter más
detectivesco sobre el asesinato de una mujer a manos de su pareja.
Es una obra que habla sobre la inocencia, sobre
la incapacidad de defenderse ante las injusticias que se cometen, sobre la
lealtad a uno mismo, a la defensa de una vida justa y única. Es una puesta en
escena, un recordatorio y una verdad gritada a voz en grito.
En lo personal me ha marcado y hecho sentir
cada una de las escenas que se narrar, todas y cada una de las alusiones que
aquí existen. Todas las verdades calladas que se poetizan en este poemario, se
me han quedado profundamente grabados en el corazón. Un poemario que volveré a
releer una y otra vez, para así comprender todas las aristas que se esconden en
los versos de Juan Carlos Friebe.
Le doy las gracias al autor por nuestra charla
aquel día que nos firmó a @ y a mí este pedazo de libro. Sin duda ya tiene dos
fieles lectores.